Godoy Cruz recibió un duro golpe este martes en su segunda presentación en el Grupo 8 de la Copa Libertadores. En Mendoza, sucumbió por 3-1 contra Peñarol después de mostrar una deslucida versión ante un rival que no se amedrentó por ser visitante y se convirtió en un ganador inapelable.
Ya un buen primer segmento del conjunto charrúa dejó al Tomba muy incómodo. Fue clave que el Carbonero entrara encendido y, sin perder tiempo, abriera el marcador a los 50 segundos. Juan Olivera recibió un centro desde la izquierda, se acomodó y definió ante la salida de Sebastián Torrico.
Después del tanto, el conjunto de Jorge Da Silva transitó un momento en el que dominó el mediocampo con Nicolás Olmedo y Diego Villar y amagó aportar en ataque, aunque su escaso volumen de juego por los costados y capacidad de hacer entrar en juego a sus delanteros evidenció que, aún a la espera, la visita era más peligrosa.
De todas formas, Villar disparó alto en su primera chance y, a los 30 minutos, el local encontró la igualdad cuando, tras un lateral, Fabricio Núñez mandó un centro pasado desde la derecha y Rubén Ramírez cabeceó solo a su palo. Y enseguida, Olmedo exigió a Sebastián Sosa.
Del lado uruguayo, Luis Aguiar y sobre todo Matías Mier amenazaban por las bandas. Primero, Mier le quemó las manos a Torrico desde afuera del área. Y, a los 41, habilitó desde la izquierda a Olivera para que anticipara a Olmedo y se lanzara de cabeza a la red a la izquierda de Torrico.
En el segundo período poco se notó que Godoy Cruz era el obligado a torcer la historia. Empezó con más ganas que ideas concretas, pero chocó con el atento fondo visitante y sólo amenazó de entrada con un tiro desde afuera del área de Olmedo que se fue por arriba.
Pero a los 22, un Peñarol que crecía en el trámite encontró el momento justo para lastimar de contra. De un córner para el local y un despeje Alejandro Martinuccio salió con la pelota dominada desde su campo, corrió y habilitó hacia la derecha a Aguiar, quien encaró a Torrico y se la picó para cerrar el pleito.
El gol echó por tierra las tímidas intenciones del Tomba, que se hundió definitivamente en su intrascendente impotencia. Recién cerca del final, cuando ya el partido había estado frenado por una baja de iluminación que duró diez minutos, Ramírez desperdició un cabezazo, que se fue alto. Muy poco para la noche que se había prometido con optimismo el dueño de casa.
Así, Peñarol dejó atrás con creces la caída frente a Independiente, y Godoy Cruz sumó una preocupación a su irregular presente en el campeonato local, un conjunto que hace percibir lejano su éxito sobre Liga de Quito.