Riazor ha vuelto a convertirse en una tumba para el Madrid, que no ha pasado del empate (0-0) y que vuelve a ver la Liga muy lejos. Si hace una semana se relamía ante la posibilidad de verse a dos puntos del Barcelona, hoy ve a los azulgrana a siete. Una losa y otro hachazo a las esperanzas de un equipo que pagó con creces su falta de pegada ante un Deportivo muy disciplinado que se ganó a pulso el punto logrado.
La amargura ha vuelto a apoderarse del Madrid. Metido de nuevo en la urgencia por el triunfo del Barcelona, esta vez no ha sabido moverse con solvencia que acostumbra. En Riazor ha salido a por el partido desde el principio, con la única idea de no perder de vista el tren de la Liga, pero ha acabado estrellado ante su falta de puntería. Ha lanzado dos disparos al poste y encontró un muro en Aranzubia para terminar desesperado.
Los blancos han trabajado a destajo, pero no le ha alcanzado para descoser a un rival que se ha sostenido en Guardado, que volvía tras su larga lesión. Sobre el mexicano ha girado todo la producción de fútbol de Deportivo, que obligó a trabajar atrás al conjunto blanco.
El Madrid se ha hecho con el control del juego. Entre Özil y Benzema se bastaban para fijar a los defensores locales. Pese a ello, ha habido que esperar hasta el minuto 20 para encontrar el primer disparo entre los tres palos de los blancos. Lo hizo Ronaldo, que se ha encontrado con Aranzubia. Poco a poco, la foto del partido era la misma. El Madrid lo controlaba con bastante comodidad, pero volvía a faltarle la pegada.
Instinto asesino
Al toque sutil de Özil no le sucedía otra cosa que no fuera volver a trenzar una nueva jugada. Esa falta de profundidad, de hacer daño en el área iba condenando a un equipo mandón, pero carente de ese instinto asesino.
Enfrente, el equipo de Lotina se ha dedicado a encimar a su rival y a buscar alguna contra como única solución defensiva. No le ha ido mal porque ha aguantado bien hasta el descanso. Luego, el Madrid le ha metido una velocidad más al choque y ha biscado el juego directo para deshacer un empate que comenzaba a resultar inquietante.
Desde Mourinho, que la ha vuelto a tomar con el árbitro y también con su ayudante, hasta Ronaldo, que se movía en la ansiedad, el Madrid ha comenzado a desesperarse. La mejor expresión de ello ha correspondido a Pepe, que ha tirado al suelo a un rival para recuperar un balón y sacar una falta. La acción le ha costado la amarilla. La mejor noticia para el Madrid ha sido la salida del campo de un desfondado Guardado (m. 56). Pese a ello, han llegado las prisas y los cambios. Di María ocupó el lugar de un desafortunado Kaká y Adebayor el de Lass (m. 60).
Vuelta a la maldición
El Madrid quemaba sus naves sin llegar a la portería de Aranzubia. Ha sido como si de pronto la maldición de Riazor, donde el Madrid tuvo que esperar 19 años para ganar la pasada temporada, tomara cuerpo. Así lo ha debido entender también el Deportivo, que ha despertado su ánimo ofensivo hasta hacer sufrir a su rival.
El Madrid tuvo que pasar por encima de eso y lanzarse arriba con todo. Aranzubia ha respondido a un lanzamiento de falta de Ronaldo (m. 78). Un minuto después, Adebayor ha rematado al palo un centro de Özil. En pleno asedio, Ronaldo ha vuelto a encontrar la madera en un disparo y Aranzubia se ha lucido ante un remate de Di María (m. 82). Luego Benzema ha fallado a un metro del meta del Deportivo en plena desesperación del Madrid, que vio cómo la Liga se esfumaba aún más.