Olympique de Marsella y Manchester United dejaron los deberes para la vuelta en su partido de octavos de final de la Champions disputado ayer en el Velodrome.
Los hombres de Alex Ferguson, acostumbrados a vivir en el alero, no tuvieron ningún problema en plantear un partido bronco y trabado frente a su rival francés. El 'infierno' del Velodrome fue lo único que alentó a los locales, aquejados de una preocupante falta de creación en el centro del campo.
La primera parte pasará con más pena que gloria a la historia del fútbol. Apenas un par de ocasiones, una para cada equipo, adornaron 45 minutos tediosos. Fletcher amenazó a Mandanda, y Ayew hizo lo mismo con Van der Sar buscando un gol olímpico muy complicado.
Los peores pronósticos se hicieron efectivos tras el descanso. No es que los equipos fueran inoperantes, que también, es que a los dos parecía valerles un empate sin goles que decidiera en Old Trafford la eliminatoria. El Manchester pensaba en su gente alentando como ayer hicieron los galos, y el Marsella en que le vale cualquier empate con goles para avanzar de ronda.De nuevo, en los segundos 45 minutos, apenas una ocasión por equipo. Primero la tuvo esta vez el equipo local, cuando Brandao no estuvo lo suficientemente atento para remachar un centrochut desde la banda. El United vio cómo Berbatov se disponía a marcar, pero se encontró con la sobresaliente maniobra defensiva de Diawara, cuando el irlandés O'Shea había dejado al búlgaro completamente solo. El choque no dio para más y el empate deja todo abierto para la vuelta.